Pablo Gunning, director de la Federación Argentina de Entidades de Transporte y Logística (FAETyL), hace un balance de sus primeros dos años de gestión, coincidentes con la pandemia de Covid-19. A lo largo de este bienio, Gunning entiende que el sector se transformó para cumplir con los objetivos y enfrentar dificultades inéditas. Cuáles son los próximos desafíos.  

¿Cuál es su visión sobre estos dos años de pandemia, al frente de FAETyL?

Fueron dos años que transformaron nuestra vida a nivel personal y profesional. Dentro de ese período, la logística demostró -sin querer compararla con otras áreas clave y sensibles como por ejemplo la salud- un compromiso, un profesionalismo y un alcance fundamental. La logística fue protagonista en medio de innumerables restricciones que comprometían la llegada y el acceso del público a determinados bienes. Esto, gracias a la buena capacitación y a prácticas que el sector desempeña desde hace tiempo.

Algunas federaciones y cámaras, al igual que la nuestra, tuvimos la oportunidad de avizorar lo que pasaba con la pandemia en China y Europa. Eso nos dio una ventaja de 60 a 90 días para planificar cómo tratar el tema. También fue vital la inversión que el sector realizó en elementos de seguridad para todos sus empleados, tanto para los transportistas como los trabajadores administrativos y todos quienes fueron parte de esa cadena logística en un momento tan crítico.

Pablo Gunning

¿Piensa que esas rutinas y formas de trabajo permanecerán?

Creo que es parte del aprendizaje continuo que impulsamos y de las lecciones que la pandemia dejó. Por citar un ejemplo, podemos mencionar la documentación. Hay que recordar que en aquel momento hasta daba miedo tocar papeles y cajas porque no se sabía si eran o no contagiosas. El aprendizaje fue que la cadena logística tomara distancia de la documentación, con el consecuente ahorro de esfuerzos y de costos, que siempre impacta en el producto final como servicio logístico. Entendimos y hacemos foco en que es necesario sintetizar y digitalizar diferentes procesos, sobre todo el uso del papel y la transmisión de información en el control logístico.

¿Cómo se consigue el traspaso hacia la digitalización sabiendo que muchas compañías e incluso organismos del Estado mantienen el papel como soporte?

Los cambios, antes de ser electrónicos o digitales, son culturales. Y estos son los más complicados, porque hay que educar y concientizar sobre procesos más simples y eficientes a una contraparte -privados o estatales- que desde siempre utilizó el papel.

Actualmente el acceso a tecnología dentro de los negocios es más económico y está más disponible que nunca. Anteriormente para tener un sitio web de comercio electrónico se necesitaba un millón de dólares, un equipo para desarrollarlo, servidores y hasta un lugar físico. En tanto, hoy es posible hacerlo desde la comodidad del hogar, por sólo 12 dólares por año y mediante un programa o app gratuita, sin necesidad de programadores, ingenieros en sistemas ni equipos específicos. Se puede realizar con cualquier dispositivo e ingresar al sistema de forma segura desde cualquier punto del planeta. Esto quiere decir que la inversión tecnológica está disponible y puede ser realizada.

Esta es una responsabilidad que el sector tiene. El transporte y la logística atan a las dos puntas, al que produce y al que recibe los bienes, las que, a su vez interactúan con el Estado constantemente.

Creemos que debe haber un establecimiento de políticas públicas respecto del transporte y la logística. No hay mejor política pública que la interacción entre los privados y el Estado para resolver cuestiones vinculadas al sector entre ambas partes.

La pandemia puso en evidencia las dificultades que hay con las distintas disposiciones en las jurisdicciones. ¿Qué aprendizajes surgieron de esto?

Exacto. Uno de los casos habituales es que cada provincia tiene una exigencia distinta a la otra. Es decir que para ingresar a un territorio, el transporte debe cumplir con una serie de requisitos que no siempre son comunes. Y no sólo a nivel provincial, sino que en algunos casos también municipal.

Lo importante es aprender de las lecciones recibidas, para ser más eficientes. Es necesario integrar temas como la documentación y los permisos en una ventana única, en un solo registro. Las provincias deben apoyar, lógicamente con debates previos y mesas de diálogo, el establecimiento de reglas claras de norte a sur y de este a oeste.

El transportista logístico fue el más perjudicado físicamente, por ejemplo, al estar de ocho a diez horas detenido en un paso fronterizo entre provincias, esperando cumplir algún requisito inesperado. No hay que olvidar que en época de pandemia las disposiciones cambiaban en cuestión de días, debido a la cantidad de casos positivos de COVID-19.

Desde FAETyL, estamos empujando fuertemente el diálogo con el Ministerio de Transporte. Queremos unificar todos los criterios que le permitan cumplir su función al transporte y la logística.

¿No cree que será una tarea difícil, debido a las diferencias de criterios e intereses económicos?

Es un camino inevitable. No ponernos de acuerdo con respecto a las políticas públicas, lamentablemente, es un tema más macro en la Argentina. Desde el sector privado, también tenemos que tomar las responsabilidades para que eso suceda. Debemos contribuir para que haya un acuerdo entre las distintas reparticiones municipales, provinciales y el estado nacional.

Otra dificultad en la pandemia fue el abastecimiento de insumos ¿cómo ve el panorama?

Fue un tema crítico, al punto que se sacaban piezas de una unidad para usarla en otra. Actualmente, la situación está un poco mejor, pero no está resuelta. Este es un problema que tiene y tuvo un impacto a nivel global, obviamente dependiendo del mercado en menor o mayor escala. Esto va desde el costo del flete hasta el faltante de chips para la producción de unidades 0 km. El impacto de la pandemia fue mundial, y aún no sabemos si terminó.

Por citar otros ejemplos: el impacto de los fletes y puertos en China y en Estados Unidos, donde las autoridades federales obligaron a extender los horarios a prácticamente ciclos de 24 horas para despachar la enorme cantidad de contenedores que esperaban por ser trasladados. Obviamente, eso repercute en el transporte y en la logística en la Argentina. Lo estamos manejando, aunque aún no llegamos a una situación ideal. Todos los días gestionamos para que la situación cambie. Estamos en contacto con las autoridades correspondientes y hemos realizado los reclamos correspondientes.

Otro tema crítico que se agudizó en los últimos nueve meses y que aún sigue afectando al mercado son los neumáticos. Hay que tener en cuenta que existen especuladores en todos lados. Son cuestiones de oferta y de demanda. Los precios cambian en función de la disponibilidad de los repuestos. Progresivamente, la situación mejorará, pero también tiene que ver con el desafío que tiene el transporte y la logística en tiempos absolutamente cambiantes.

¿Cómo fue desempeñarse en FAETyL en estos dos años de pandemia?

A nivel personal, fue trascendental y muy enriquecedor. Me tocó asumir mis funciones casi simultáneamente con el inicio de la pandemia. Haber ingresado en un momento tan crítico en una industria poco conocida para mi, porque mi experiencia había sido en el sector del transporte de pasajeros en ferrocarriles y en aviación comercial, fue como hacer un posgrado de dos años en tiempo real antes de recibirme en la carrera de grado, y con materias que te enseñan a resolver permanentemente casos de crisis.

Estoy muy contento con mi labor profesional. Este es además el momento de tomar todas las lecciones aprendidas, empezar a gestionar sobre esos nuevos procesos que el transporte y la logística necesitan, y tener en cuenta que la situación de cambio es la constante. Hace poco, con una pandemia; y ahora, con una guerra que volverá a afectar los procesos productivos como a la logística y el transporte. El desafío es estar preparados para generar procesos productivos desde el transporte y la logística.

Puede visualizar la entrevista aquí.

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