Jorge Tesler, miembro del Advisory Council del Smart Freight Centre, director del Centro de Logística y Sustentabilidad de Argentina y titular de la consultora TGI Argentina, analiza la actualidad del control de emisiones en el sector logístico, y destaca la importancia de la metodología GLEC que en breve será incorporada a la serie de normas ISO 14000.

¿Qué es y cuáles son las novedades del Smart Freight Centre?

El Smart Freight Centre es una organización internacional sin fines de lucro con base en Ámsterdam, Países Bajos, que promueve, orienta y da soporte a empresas y organizaciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Estoy relacionado con la entidad desde hace casi diez años. Actualmente, formo parte del Consejo Asesor y tengo la misión de dar la mirada latinoamericana en esos temas y de desarrollar sus capacidades en la región, dónde aún hay mucho por recorrer.

¿Cómo se conforma la organización?

Es una entidad privada, financiada por grandes corporaciones europeas que están fuertemente involucradas con la reducción de emisiones.

Nació hace alrededor de 10 años y cuenta con un cuerpo técnico de primer nivel y uno de sus logros es haber sentado presencia en China, a través de programas específicos. A su vez, para este 2023 prevé desembarcar en India con diferentes programas y a fin de cumplir nuevos objetivos.

¿Cuáles son las tareas del Smart Freight Centre?

Promociona el desarrollo de programas, en particular para alentar a que las empresas empiecen a trabajar en materia de sustentabilidad. Actualmente, la necesidad de trabajar en la reducción de emisiones ya está ampliamente divulgada.

Los que estamos en el sector logístico sabemos que el 10% de todas las emisiones globales son responsabilidad del mundo del transporte, y alrededor del 35% de las emisiones de ellas corresponden al transporte de carga. Por lo tanto, la dimensión de emisiones para reducir es muy significativa. Los objetivos establecidos para el año 2030 en Europa estipulan una baja de 20% con lo cual el esfuerzo que queda por delante es muy considerable.

Una de las características del Smart Freight Centre (SFC) es que se ubica dentro de una importante red de empresas internacionales que trabajan en la reducción de emisiones. Por lo tanto, pertenecer a un network tan fuerte genera sinergias y ventajas.

¿Cuál es el trabajo de campo que ejecuta?

El SFC trabaja en cuatro actividades: reporte y cálculo de emisiones; determinación de objetivos, reducción y sus distintas formas de conseguirlo; acciones para reducirlas, estrategias y mejores prácticas; y aprovechamiento de programas reconocidos internacionalmente, con la colaboración de empresas.

Esto permitió crear un ámbito de trabajo llamado GLEC (Global Logistics Emission Council), que ha desarrollado una metodología internacionalmente reconocida. Hoy es utilizada por más de 100 empresas multinacionales y se diferencia por estar totalmente desarrollada para el transporte en todas sus formas. Ahora, a partir de una actividad realizada en México, tiene su versión en español, lo que acerca a una mayor parte de empresas la posibilidad de accederla, conocerla e implementarla.

Por otra parte, una novedad que se divulgó en la última reunión desarrollada en octubre de 2022, en Ámsterdam, es que la metodología del GLEC será tomada como base para la nueva norma ISO 14083 Standard. Esta incorporación comenzará a ponerse en marcha en este primer trimestre de este 2023. Esto marca la capacidad del SFC, cuyo director técnico es parte de este proyecto.

Lo que nos queda por hacer es entender de qué manera estas cuestiones pueden ser puestas en práctica en países con filosofía de trabajo particulares, como los de Latinoamérica, donde existen prioridades distintas a las de los países europeos y norteamericanos. Y esta es la adaptación, no desde lo técnico, sino desde lo cultural, que necesitan las empresas para trabajar en procesos de mejora permanente.

Mi función es organizar la estrategia para avanzar en Latinoamérica, con la determinación de metodologías de cálculo, de capacitación y de asistencia técnica.

¿En qué consistió esa experiencia en México?

En 2021, a través de una iniciativa de la Secretaría de Medio Ambiente de México y financiada por GIZ, una entidad alemana de financiamiento de proyectos sustentables, se contrató al SFC para desarrollar programas de capacitación y asistencia técnica. Durante el segundo semestre, impartimos capacitación en programas que adaptamos desde aquí, teniendo en cuenta esas culturas y jugadores diversos.

De esta manera, desarrollamos tres programas en los que tuvimos más de 30 empresas de primer nivel en México. En 2022, también llevamos una iniciativa de dos programas de capacitación, una introducción a la mejora a la reducción de emisiones y un programa de metodología, en el cual ya participaron más de 80 personas en México.

Adicionalmente, en 2022 asistí a empresas en México para que pusieran en marcha lo aprendido en las capacitaciones, con sus debidas adaptaciones. Hay que tener en cuenta que entre las empresas europeas y latinoamericanas existe una diferencia importante respecto de cómo se toman estos temas.

En Europa estos temas están en las agendas de la alta dirección: son prioridad en las compañías que están en los mercados internacionales. En cambio, en nuestros países, todavía hay que trabajar con las altas direcciones de las empresas para que además de entender estas necesidades involucren y hagan partícipes a sus distintas organizaciones. Para esto, las empresas necesitan una metodología y entender la importancia de hacerlo en continuidad.

En este sentido, la experiencia de México fue muy valiosa, ya que al ejecutar una o dos veces al año sus planes de reducción, las empresas conseguían resultados discontinuos. Parece una obviedad, pero si esto no se hace con continuidad, no hay resultados. En consecuencia, vuelven a empezar, lo que ocasiona que se demore mucho tiempo para conseguir los objetivos.

¿Cree que esta filosofía que conlleva la metodología GLEC podrá instrumentarse en países como la Argentina?

Sí. Hay una apertura muy importante de cara a este tema. La mayor parte de los países de la región, como Chile, Uruguay, Perú, México y Colombia están en fase para empezar a trabajar fuertemente y en forma metodológica. Conocen el tema y lo toman como propio. Creo que ahí ya se ha pasado la primera etapa, la del convencimiento, que suele ser complicada.

En Argentina, desde hace varios años estamos empujando estas iniciativas para empezar a trabajar en la reducción de emisiones. Aunque por distintos motivos, no se identificó una fuerte incorporación de empresas con objetivos de reducción serios, concretos y con metodología.

En el último tiempo, la cantidad de empresas que se incorporaron y consiguieron resultados concretos, reportándolos para compartir y fijar objetivos de su metodología no fue mucho más elevada que en los últimos cinco o seis años. Entonces, mirando la evolución, diría que en Argentina todavía estamos en la etapa de hacerle abrir los ojos a las empresas para que entiendan la necesidad de comprometer a su organización.

Hay que destacar que países como el nuestro tienen amplísima proporción de empresas PyMEs, que son las que más necesitan de nuestra colaboración para entender la forma de reportar y, sobre todo, de tener un nexo con las fuentes de información.

Esto es parte del rol que el Smart Freight Centre cumple, y de los programas que en cada país se llevan a cabo. Por ejemplo, en Chile, México y Argentina hay programas consolidados que están sponsoreados o promovidos por entidades públicas, pero con algún grado de desconexión con el mundo privado.

Ante este escenario, resulta necesario fortalecer esa conexión público-privada: desde el lado público, promoviendo y facilitando; y desde el privado, logrando que se entienda y se pongan en marcha las acciones.