Diez toneladas de pilas y baterías en desuso -recolectadas entre 2008 y 2009 en la Ciudad de Buenos Aires- fueron exportadas por primera vez a Francia como parte de un programa que busca solucionar el desecho de estos residuos y evitar que la disposición final sea en basurales, informaron funcionarios y técnicos en Ambiente y Protección Ambiental de la Nación y de CABA.

El envío partió el domingo pasado del puerto de Zárate, con destino Saint-Quentin-Fallavier, Francia, tras un trabajo conjunto entre la Secretaría de Control y Monitoreo Ambiental dependiente del Ministerio de Ambiente de la Nación, y de la Agencia de Protección Ambiental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

“Se logró la primera exportación de pilas para su tratamiento y recuperación en Francia. Esta gestión es el puntapié inicial para poner en marcha un programa en desarrollo que brindará a la población una solución para desechar las pilas agotadas”, dijo Javier Ureta Saez Peña, secretario nacional de Control y Monitoreo Ambiental, quien aclaró que al mismo tiempo “se evitará que la disposición final sea en los basurales”.

El programa, que tendrá dimensión federal basada “en el principio de responsabilidad extendida al productor, buscará disminuir la generación de residuos y reforzar la toma de conciencia sobre la peligrosidad del entierro de las pilas y las baterías en desuso”, aclaró Ureta Sáenz Peña.

El funcionario explicó: “esta primera exportación de pilas y baterías destraba una situación insostenible que consistía en mantener de forma no segura una cantidad de pilas en desuso que se habían generado durante ocho años”.

“Necesitamos una ley especial para que los importadores de pilas -ya que no se fabrican en el país- se hagan cargo de la logística inversa que consiste en tratar los materiales para su reutilización o del relleno seguro para que estos residuos peligrosos no dañen a la población”, completó.

Para Gustavo Protomastro, biólogo y docente de la UBA, “cada año los argentinos renovamos 420 millones de pilas, cuyos componentes son metales valiosos para la economía mundial que se podrían reciclar, mientras contaminamos nuestro suelo”.

“La primera exportación de pilas y baterías para su tratamiento en otro país es parte de una necesidad que en materia de residuos electrónicos ya se realiza en Argentina”, aclaró el especialista de Eco Gestionar, una consultora que asesora empresas en materia ambiental.

Para el biólogo, el problema de las pilas obedece a que son residuos de generación universal “es decir, doméstica, de cuya logística inversa no se hacen cargo los que la producen o importan”.

“El Estado debe intervenir en la relación que tiene la población con los residuos urbanos pero las pilas -por sus componentes químicos- no pueden ir a la bolsa de residuos para terminar en el Ceamse y los que las importan deberían garantizar al menos una parte de su tratamiento o disposición segura hasta su exportación”, señaló Protomastro.

Las pilas primarias (las que se usan y tiran) contienen óxido de zinc, y óxido de cobre y las secundarias (reciclables) mercurio, litio y cobalto, además de unos metales llamados “tierras raras”, todos ellos metales valiosos para la economía mundial que terminan enterrados en nuestro suelo, acotó el técnico.

Según informó la cartera de Ambiente, la generación de residuos debe tener como primera opción su reutilización; si no se pueden volver a usar, se recomienda el reciclaje.

En caso de que éste no pueda concretarse, se intenta su valorización, a continuación la opción pasa por el tratamiento para reducir la peligrosidad y por último, “si nada de lo anterior es posible, la disposición final se efectúa mediante el entierro”.

Por el momento, en Argentina no existen plantas de reciclado de metales; sí podemos acopiarlas y neutralizarlas para exportarlas a otros países, una responsabilidad que deberían tomar los importadores poniendo en marcha la logística inversa.

La exportación de las 10 toneladas de pilas que esperaron ocho años en el puerto de Buenos Aires está en línea con una campaña que el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño de recolección de “chatarra electrónica”, otro tipo de residuos peligrosos domiciliarios que pueden reciclarse para ser reutilizados o exportarse.

El año pasado, en junio, fueron exportadas 50 toneladas de plaquetas electrónicas en desuso con destino a Bélgica, en una operación que no es muy grande, pero representa el puntapié inicial para un negocio exportador que para la Argentina podría significar ingresos de divisas por más del doble de lo que en los últimos años produjo la venta de soja al exterior.

Fuente: Agencia de noticias Télam.