Raúl E. Podetti, ingeniero naval y coautor del libro “100 años de la Industria Naval Argentina”, analiza la evolución de esta industria, en el marco de la reciente presentación de su libro.

¿Por qué se habla de 100 años de la industria naval argentina?

La industria naval argentina nace tras la conquista española, cuando los extranjeros construían y reparaban sus barcos en el territorio. Es una de las primeras industrias de bienes de capital que existió en el país.

Pero los 100 años a los que alude el libro no son solo de historia. En el libro, estudiamos los últimos 80 años, desde 1937, cuando nace la industria naval moderna, con la primera serie de barcos encargada por la Armada a astilleros privados y públicos, y toma 20 años hacia el futuro, proyectando los desarrollos a 2036, con el objetivo de  analizar el escenario y tener tiempo para tomar las medidas adecuadas y alcanzar una industria naval floreciente, como la que tuvimos hace años.

¿Qué encontrará el lector en la publicación?

Fundamentalmente, encontrará la experiencia y el trabajo de investigación de dos ingenieros: mi padre y yo, que entre los dos sumamos 100 años de dedicación a la industria desde la profesión, trabajando en empresas públicas y privadas, y también muy cerca de la academia y de asociaciones profesionales, de sindicatos y de cámaras empresarias. Todas estas acciones convierten el libro en un libro de política de la industria naval.

Para favorecer el desarrollo de la industria, resulta fundamental la planificación y el entendimiento de las acciones que encaran los países más exitosos, que hacen justamente lo contrario de lo que hicimos en Argentina en los últimos 30 años: tratan de aprovechar la industria naval -la cual es muy difícil de generar-, para que los astillaros de los países construyan los barcos que necesitan.

Por ejemplo, en los países que tienen algún nivel de industria pesquera, los barcos son construidos localmente. Mientras que en Argentina, el 90% de los barcos de pesca fueron importados. Algo similar ocurre con el transporte fluvial -importamos barcos usados en forma masiva- y  con la Armada y Prefectura Naval -las principales instituciones que apoyan la industria naval en todos los países, pero que en Argentina no compran ningún barco importante desde hace 40 años-. Esas son las cosas que necesitamos cambiar, para que volvamos a tener una industria generadora de empleo.

Nuestros vecinos, excepto Brasil, hace 30 años tenían una industria naval muchísimo menor que la nuestra, pero nosotros nos estancamos y ellos avanzaron competitivamente.

El libro apunta a contar la historia, proponer soluciones concretas, y plantear el posible impacto en el empleo, en la recaudación de divisas y en el desarrollo tecnológico, a partir de diversas mediciones. En nuestro carácter de ingenieros, realizamos un trabajo científico de medición. Contamos con modelos teóricos y económicos para el análisis, y planteamos casos específicos y anécdotas de estos 100 años de vida industrial que sumamos con mi padre.

¿Cuál es la situación actual y cuál es su sugerencia para el futuro?

Hoy estamos bien posicionados en un montón de sentidos. Somos un país que tiene un mercado enorme y una riqueza ictícola increíble; todos los países del mundo quieren venir a pescar a Argentina. Tenemos unas de las vías navegables más importantes del mundo, en donde también navegan gran cantidad de barcos, tenemos un sistema de dragado y contamos también con Armada y Prefectura Naval.

Por otro lado, tenemos una oferta industrial muy buena. Tenemos 17 astilleros, de los cuales 16 son privados, y la mitad de ellos está trabajando en construcciones navales, con un mediano-bajo nivel de actividad, pero con la capacidad y la productividad adecuada. Tenemos uno de los niveles de productividad más elevado en el mundo, aunque existen algunos aspectos, como los impositivos, que dificultan las exportaciones.

Otro aspecto clave para cualquier industria naval del mundo es el rol del Estado. Y sobre este eje  es donde justamente tenemos debilidades. Hace 40 años que no tenemos ningún sistema adecuado de financiamiento naval, que es la principal medida de política de incentivo para que un armador prefiera construir en un país y no en el exterior.

Por ejemplo: En algunos países, como Estados Unidos, está prohibida la importación de barcos. Y en Brasil, durante muchos años, estaba permitida, aunque nadie lo hacía porque los sistemas de incentivos para construir en el país eran muy beneficiosos.

Por lo tanto, la clave no es prohibir, sino incentivar. A los argentinos nos conviene que los barcos sean construidos en el país y podemos hacerlo competitivamente, pero el Estado tiene que permitirlo. Si la industria no recibe créditos y está abierta la importación de buques usados sin impuestos, es imposible; ningún armador del mundo puede competir con eso.

Paradójicamente, una de las principales exportaciones de España a Argentina son los barcos. España nos ha vendido muchos barcos, en su mayoría usados; ellos los descartan, porque son inseguros, poco competitivos, poco ecológicos y porque tienen sistemas que incentivan el descarte y les dan la posibilidad de construir nuevos. Pero por otra parte, uno de los principales productos que España importa de Argentina son productos de la pesca. Tenemos una gran riqueza natural ictícola y un mercado que la quiere, como los españoles.

En esta línea, en los últimos 15 años, Brasil pasó de tener 2.000 empleos en la industria naval a casi 90.000. Lula da Silva dijo: “Hemos encontrado una de las mayores riquezas petroleras costas afueras, que revolucionará nuestra economía. Pero este petróleo no es de Petrobras, de los obreros de la industria y ni tampoco del Gobierno; es de todos los brasileros. Entonces, la mejor forma de distribuir la riqueza es que los barcos para la industria petrolera marítima de Brasil sean construidos en el país. Así, daremos trabajo y distribuiremos la riqueza”. Y eso hizo. Crearon un sistema de financiamiento y sistemas para que inversores extranjeros, en lugar de construir los barcos en España o Corea, se instalaran en Brasil y los construyeran con mano de obra, ingeniería y desarrollo local. Así funcionó la política entre 2000 y 2015 y “explotó” la industria, brindando trabajo y desarrollo. Acciones similares deberíamos encarar nosotros con la industria pesquera.

Es una decisión política. No es un discurso; es una decisión detrás de la cual hay medidas concretas: sistemas de financiamiento, sistemas de incentivos y permisos de pesca. En esas medidas, está la posibilidad real del desarrollo.

No tenemos que inventar la rueda, porque ya está inventada. Para que el sistema funcione, debe haber créditos para la industria naval y medidas de incentivos, para que los armadores argentinos prefieran construir los barcos que necesitan en astilleros argentinos competitivos.

El programa de radio donde hablan los que sienten la logística como parte de su vida.

El programa de radio donde hablan los

que sienten la logística como parte de su vida.

Escuche la entrevista a Raul E. Podetti, ingeniero naval y coautor del libro “100 años de la Industria Naval Argentina”, en el programa de radio 571 de Hablemos de Logística. https://webpicking.com/hablemos-logistica-571-del-10-04-2018/

Realizado por Webpicking en agosto de 2018