Según la edición 2025 del Review of Maritime Transport, está ocurriendo una serie de transiciones tecnológicas, ambientales y geoeconómicas sin antecedentes que hacen necesario un urgente replanteo necesita del transporte marítimo. A continuación, la reproducción (traducida por webpicking.com), del prólogo a la edición 2025, firmado por Rebeca Grynspan, secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Desde el cierre del Canal de Suez en 1967, no habíamos presenciado una disrupción tan sostenida en las arterias del comercio mundial. Buques que antes transitaban el Mar Rojo en cuestión de días ahora navegan durante semanas alrededor del Cabo de Buena Esperanza. Las tarifas de flete, que se mantuvieron relativamente estables durante años, ahora fluctúan drásticamente de un mes a otro. Las cadenas de suministro que creíamos resilientes han demostrado ser frágiles.
Pero esto no es simplemente una historia de disrupción. Como documenta la Revisión del Transporte Marítimo de este año, se trata de una historia de transiciones —tecnológicas, ambientales y geoeconómicas— que convergen a una velocidad que exige un replanteamiento fundamental del funcionamiento del transporte marítimo.
Consideremos lo que enfrentamos hoy. El Canal de Suez opera por debajo de su capacidad normal, aproximadamente un 70 % por debajo del promedio de tonelaje de tránsito en 2023. Los acontecimientos de este año en torno al Estrecho de Ormuz —un paso por el que pasa aproximadamente el 34 % de las exportaciones marítimas mundiales de petróleo— han renovado la atención sobre la necesidad de un diálogo sostenido sobre seguridad marítima. La interrupción de las operaciones portuarias también se ha vuelto crónica, no episódica.
Estos factores ya están transformando los patrones del comercio marítimo. Si bien los flujos continuaron expandiéndose un 2,2 % en 2024 con respecto a 2023, lo han hecho a un ritmo moderado, por debajo del promedio registrado durante los 20 años comprendidos entre 2003 y 2023. Aún más revelador: el comercio marítimo ahora recorre distancias significativamente mayores, con un recorrido promedio por viaje que ha aumentado de 4831 millas en 2018 a 5245 millas en 2024, a medida que las preocupaciones por la seguridad redibujan el mapa del transporte marítimo mundial. El comercio marítimo en toneladas-milla aumentó un 5,9 % en 2024 con respecto a 2023, casi tres veces el aumento en el volumen del comercio marítimo. La distancia ya no es geografía, sino geoeconomía.
Sin embargo, junto a estas presiones inmediatas, cambios más profundos están transformando el sector. El Marco Netzero de la Organización Marítima Internacional, cuya adopción está prevista para octubre de 2025, podría transformar aún más la construcción, el suministro de combustible y la operación de los buques. Los libros de pedidos ya lo demuestran: los buques de combustible alternativo representan ahora más de la mitad del tonelaje de los nuevos pedidos, aunque más del 90 % de la flota activa, por tonelaje, todavía utiliza combustibles convencionales. Esta brecha entre la ambición y la realidad define nuestro desafío.
Mientras tanto, la automatización y la digitalización avanzan a un ritmo vertiginoso. Los puertos inteligentes a menudo procesan contenedores en minutos, no en horas. Los sistemas de inteligencia artificial predicen la congestión antes de que ocurra. Los buques autónomos están empezando a pasar del concepto al prototipo. Pero cada avance digital crea nuevas vulnerabilidades: los ciberataques al transporte marítimo también están en aumento. Estamos construyendo la infraestructura del futuro sobre las bases de seguridad y normativas actuales.
¿Quién asume estos costos? Los países en desarrollo ahora presupuestan costos de flete que pueden variar más en una semana que antes en un año. Los pequeños Estados insulares en desarrollo ven cómo sus facturas de importación se disparan mientras su competitividad exportadora se erosiona. Los países en desarrollo sin litoral a veces pagan costos de transporte tres veces superiores al promedio mundial, y ven cómo esa brecha se amplía con cada disrupción.
Este no puede ser nuestro futuro.
Las transiciones futuras —hacia cero emisiones, hacia sistemas digitales, hacia nuevas rutas comerciales— deben ser transiciones justas. Deben empoderar, no excluir. Deben fomentar la resiliencia, no profundizar la vulnerabilidad.
Y deben reconocer que el transporte marítimo no se limita a barcos y carga; se trata de 1,9 millones de marinos, la mayoría de los cuales provienen de países en desarrollo y cuyas competencias necesitan actualizarse, cuyos derechos necesitan protección, cuya contribución necesita reconocimiento.
La UNCTAD está preparada para apoyar este cambio. Mediante investigación que ilumina, cooperación técnica que fortalece la capacidad y la creación de consenso que integra todas las voces a nivel mundial, regional y nacional, trabajamos para garantizar que estas transiciones no dejen a nadie atrás.
Esta Revisión ofrece más que datos y análisis. Ofrece un marco de acción. Prácticas sostenibles y resilientes que puedan resistir las crisis del futuro. Actualizaciones regulatorias que se ajusten a la nueva realidad tecnológica y a los estándares de sostenibilidad. Vías de descarbonización ambiciosas y alcanzables. Inversión en las personas, no solo en infraestructura. Facilitación del comercio que convierta las fronteras de barreras en puertas de entrada.
El transporte marítimo ha superado disrupciones en el pasado: guerras, cierres, crisis económicas. Pero nunca antes tantas transiciones habían convergido con tanta rapidez. El sector se adaptará; siempre lo hace. La pregunta es si esa adaptación será gestionada o caótica, inclusiva o divisiva, sostenible o simplemente sostenible. Esta Revisión del Transporte Marítimo proporciona la base empírica para elegir con sabiduría. El trabajo comienza ahora.
El informe completo puede obtenerse en https://unctad.org/publication/review-maritime-transport-2025