Luego de que la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos de Argentina (CEDOL), presentó las variaciones en los costos logísticos de Argentina en mayo de 2020, su director técnico, Carlos Musante, aclaró las distorsiones producidas por la cuarentena en el programa de radio Hablemos de Logística del 9 de junio.

En 2020, los costos medidos por CEDOL están más aplanados que en años anteriores. Los únicos incrementos que hubo estuvieron vinculados a mano de obra, por pautas salariales establecidas con el sindicato, por el decreto del Poder Ejecutivo del 19 de marzo de 2020, o también por las medidas de seguridad que nos vimos obligados a tomar para evitar contagios y protección de nuestra gente tanto de las operaciones internas como de las operaciones de transporte y distribución 

Sin embargo, Carlos Musante señaló que los datos no son representativos de la realidad de las operaciones, porque todas las medidas operativas  adoptadas por la pandemia y la cuarentena obligaron a erogar costos que no componen las fórmulas polinómicas: estas siempre están vinculadas a costos medibles, verificables y calculados por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) a través de su Centro Tecnológico de Transporte, Tránsito y Seguridad Vial (C3T), pero no tienen afectación de productividad, sea por alta o por baja. 

“No están evaluados los costos para continuar prestando servicios durante este período, los cuales se han visto totalmente distorsionados por factores ajenos a los que mide el índice, como la incorporación de personal para reemplazar al que fue licenciado por ser considerado de riesgo, o por la necesidad de desdoblamiento de turnos, así como la organización en celdas de trabajo para evitar contagios y el ajuste a protocolos sanitarios” explicó Musante. Y puntualizó: “Logística es mano de obra intensiva, por lo que el incremento de estas medidas sobre la organización del trabajo  genera un ajuste de costos muy grande”.

A todo esto, Musante sumó la preocupación natural de las personas por su propia salud, “lo que generó una pérdida de productividad significativa y por lo que muchas empresas han puesto vehículos especiales para trasladar a sus colaboradores a la central y a las bases de transferencias”.

También explicó que a partir de los protocolos se generan tiempos adicionales de descanso y de desinfección de los equipos de trabajo, y los espacios en los centros de distribución se ampliaron de forma significativa, a veces incurriendo en mayores costos o mayores inversiones. “Todas estas acciones se llevan adelante tratando de conservar el nivel de servicio. Para un mismo volumen de carga, se emplean mayores recursos de los proyectados, ya que las operaciones se han modificado”.

Musante remarcó que hay que pensar que lo que cambió es la operación y que este cambio no terminará con la cuarentena, sino que muchas medidas de seguridad se extenderán: “Tenemos entonces que volver a proyectar y presupuestar las operaciones, porque las condiciones del ambiente de trabajo cambiaron y mucho”.

Ante la pregunta sobre si es viable calcular exactamente las pérdidas y las variaciones de costos, señala que si lo es, pero específicamente en cada una de las operaciones, pues todas son diferentes y sería muy difícil encontrar dos operaciones iguales o semejantes  a los fines de una medición de este tipo de polinómica 

“Vemos que las empresas intentan medir sus propias operaciones, pero a nivel del conjunto que implica esta medición de Cedol es imposible, porque sería la sumatoria de centenares  de operaciones. Por eso, respetamos las polinómicas del índice de costos tal como se diseñaron hace muchos años, con la colaboración de la UTN”, indicó.

En esta línea, Musante agregó que la pandemia fue una sorpresa donde nadie estaba preparado para un cambio global pero tan repentino y esto es lo que constituye la aparición de un “cisne negro” (tal como lo define el libro “El Cisne Negro: El Impacto de lo altamente Improbable”, de Nassim Nicholas Taleb). “Esto nos obligó a poner en funcionamiento procesos y procedimientos  nuevos y correr los riesgos sin pruebas que lo validaran previamente. La única validación no comprobable totalmente  aún  fue  la observación del fenómeno en el mismo tiempo pero a escala global y con distintas prácticas y por suerte con una muy  leve ventaja de tiempo y lugar con respecto a China y Europa en general”. 

Ya antes de la cuarentena, la capacidad ociosa nos estaba produciendo distorsiones; y a partir del 20 de marzo, las complejidades fueron aún mayores, pues hubo operaciones que crecieron, pero bajo los requisitos de seguridad, y otras que prácticamente cerraron y licenciaron al 80% del personal”.

“Espero que todos tratemos de entender que estamos en nuevo campo de acción en materia de operaciones logísticas, que las medidas vinieron para quedarse un tiempo largo y, por ende, esto tendrá que ser dialogado entre quienes prestan y reciben el servicio y, por sobre todo, que tratemos entre todos de no bajar el nivel de servicio por razones obvias: en un mercado de oferta y demanda como el que siempre hemos avanzado, el servicio al cliente constituye y constituirá una ventaja competitiva significativa y no debemos olvidarnos que este objetivo. Fue una ambición de todos en logística. Si bien no es lo deseable, habrá que estudiar caso por caso y podrán existir algunas organizaciones que segmentarán el mercado en función de su cumplimiento de nivel de servicios”, concluyó.