Según un análisis de Avancargo, compañía argentina que une a dadores de carga con transportistas, la totalidad de camiones que circulan por nuestro país emiten estadísticamente, por año, un mínimo de 34 y un máximo de 42 toneladas de CO2.

Esto pone en alerta a la industria por varios motivos. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el transporte de cargas por carretera es un demandante de primer orden de energía, en particular de combustibles fósiles, en los que basa exclusivamente su funcionamiento; produciendo que, los camiones por sí solos representen el 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el mundo.

A nivel de país, en la Argentina la participación de este tipo de transportes es fuertemente dominante, y alcanza el 93% de la carga interurbana. Se estima que la flota total incluye alrededor de 283.000 vehículos entre camiones y tractocamiones. Si se considera un promedio de emisión de 1,02 kg de CO2 por kilómetro y un rango de 120.000 a 145.000 km recorridos anualmente por camión, cada vehículo puede emitir al ecosistema un mínimo de 122,4 toneladas de CO2 por año y un máximo de 147,9 toneladas, según midió Avancargo gracias a su sistema de cálculo automatizado de emisiones de CO2 para el transporte de cargas. Este sistema le valió el doble premio de Sustentabilidad de parte de Amcham Argentina y de la Cámara de Comercio e Industria Franco-Argentina en 2024.

El primer paso en las buenas prácticas es medir, y el segundo, mitigar el impacto. Como última opción está la compensación de la huella. Según el análisis de la firma, se necesita plantar un mínimo de 170.000 árboles por año para subsanar las emisiones que provocan los camiones en Argentina.

Resultados: un punto de partida

Según la última edición del “Estudio de Impacto y Sustentabilidad en el Transporte en Argentina” relevado por Avancargo entre más de 300 empresas de transporte de distintos tamaños y ubicaciones, sólo 9% de las empresas lleva la cuenta o reporta de algún modo sus GEI. Esto representa una disminución en comparación con el 15% expresado en 2023 y 2022. Al hablar de compensación, el 13% de los encuestados compensa actualmente su huella, mientras que un 45% tiene interés en hacerlo. Esto representa un incremento del interés versus 2023 del 20%.

La buena noticia es que el 69% de los encuestados está dispuesto a reportar datos de eficiencia en el consumo de combustible de sus viajes para medir sus GEI. Esto representa un aumento en comparación a la edición anterior (64%).

“Hay una oportunidad de impacto positivo muy grande si se ofrecen herramientas y procesos de medición y compensación más fáciles que los actuales”, dice Pablo Mendonça Paz, CMO de Avancargo, y destaca que la intención de compensar se da transversalmente en transportistas de todo tipo, de tamaño de flota, pero con mayor intención en aquellos que sienten algún tipo de presión propia o de terceros de reducir las emisiones de carbono.

Si bien hubo avances en materia de sustentabilidad, aún quedan cuentas pendientes y mucho trabajo por hacer en educación y capacitación. De hecho, el informe de Avancargo mostró que sólo un 62% de los transportistas encuestados dice saber qué es la huella de carbono, con la salvedad de que al pedirles definirlo, un 16% de ese 62% lo define mal.

Hoy, un poco más de 1/3 de las empresas de transporte de cargas está sintiendo la presión de clientes o incluso la propia de reducir GEI. Hay un incremento de 4 puntos porcentuales en los últimos dos años y la presión se incrementa especialmente en las empresas que tienen flota propia.

La presión por reducir los GEI viene principalmente (97%) de motivación personal o necesidad del negocio. Según relevó el informe de Avancargo, se mantiene la creciente presión por parte de los clientes (11% en 2024 vs 3% en 2022), pero la presión del estado sigue siendo muy baja (3%).

Además, hay diferencias en los segmentos de cargas. Los que están ejerciendo mayor presión a sus transportistas para que reduzcan sus GEI son: agro (cosecha e insumos), industrial, minería, oil & gas y construcción.

Cómo responde la industria

El análisis del reporte muestra cómo la escala de operación, la responsabilidad administrativa y el acceso a recursos influyen en la sustentabilidad de cada segmento. Los dueños con flotas diversificadas y los operadores logísticos lideran en adopción de prácticas eficientes, mientras que los choferes empleados se perfilan como un segmento clave influenciado por sus empleadores. Por otro lado, los operadores tercerizados deben mejorar la alineación con sus proveedores para cerrar brechas en la gestión de eficiencia.

También se vio mayor conciencia y eficiencia en aquellos con operaciones largas: los transportistas que recorren más de 10.000 km mensuales muestran mayor conocimiento sobre la huella y disposición a adoptar medidas.

En operaciones intermedias, también hay alta disposición. Los rangos de 7.000 a 8.000 km mensuales tienen la mayor disposición a invertir en eficiencia de consumo de combustible, lo que sugiere que los programas de leasing verde serían muy efectivos para este grupo.

Donde hay más necesidad de educación es entre aquellos transportistas que hacen operaciones cortas. En los transportistas con menos de 3.000 km, la conciencia y disposición a compensar son menores, pero su alta disposición a reportar eficiencia abre una puerta para fomentar prácticas más sostenibles.