Liliana Cagnoli, presidenta de la Red de Bancos de Alimentos, explica el funcionamiento de la institución y de sus afiliados en el marco de la emergencia alimentaria, y el impacto que sobre los mismos tiene la pandemia de COVID-19. Destaca la labor de los voluntarios y de la logística para lograr dar alimentos y productos de higiene a casi medio millón de personas, y explica que este contexto llevó a la modificación de hábitos y protocolos del manejo de las donaciones, lo que obligó también a la red a readaptar sus operaciones para garantizar la seguridad y prevenir los contagios.
¿Qué son los bancos de alimentos?
Los bancos de alimentos son un concepto que nació en Estados Unidos y que, en nuestro país, surgió en 2001, frente al denominado “corralito” -la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo sobre los plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros, impuesto por el Gobierno-.
Los bancos de alimentos funcionan a través de donaciones, con la misión de reducir el hambre y la malnutrición, a partir del recupero de alimentos. Es decir, trabajamos para recuperar alimentos que por alguna razón pierden valor comercial, pero que aún son aptos para el consumo humano. Bajo esa lógica, los bancos recuperamos estos alimentos y los entregamos a instituciones asociadas que brindan asistencia directa a las personas en situaciones de vulnerabilidad, en su mayoría niños.
La Red de Bancos de Alimentos tiene presencia en 14 provincias, con 16 bancos y nueve organizaciones que están en diferentes etapas, consolidando sus operaciones para convertirse en bancos.
¿La situación de la pandemia afectó sus operaciones?
En diciembre de 2019, el Gobierno declaró la emergencia alimentaria y esta se acrecentó frente a la emergencia sanitaria por COVID-19, por lo que tuvimos que adaptar nuestras operaciones en múltiples aspectos.
Por un lado, el COVID-19 llevó a que muchas organizaciones y comedores cerraran, a que otras suspendieran las actividades, y a que otras adaptaran sus servicios: anteriormente elaboraban y servían el alimento en sus propios espacios y ahora en cambio preparan viandas para entregar a las familias. Estas nuevas adaptaciones complejizan la dinámica de trabajo de los bancos, porque nos obligan a adaptar también nuestras operaciones bajo esta lógica, cumpliendo con los protocolos necesarios para prevenir el contagio.
Por otro lado, impactó en las tareas de voluntarios, que ya no pueden asistir a los bancos. Mientras que en 2019 trabajamos con más de 12.300 voluntarios, hoy, trasladamos el trabajo operativo al staff permanente y rentado de cada banco en cada localidad. Esto implica un mayor trabajo por parte de los bancos, porque además en algunos casos la demanda se acrecentó.
El trabajo de clasificación es muy complejo y demanda mucha mano de obra.
Totalmente, porque los bancos reciben las donaciones, las clasifican, las almacenan, preparan los pedidos y luego las entregan a diferentes comedores y entidades asociadas. Al no contar con voluntarios, tuvimos que readaptar la operación diaria de los bancos y esto implica generar alianzas permanentemente con el ámbito privado y, en algunas oportunidades, dependiendo de las características de cada sociedad, generar articulaciones con el Estado. Eso es particular de cada localidad.
¿Cómo pueden las personas o las entidades de transporte y de logística colaborar?
A través de las redes sociales y la web de la Red Argentina de Bancos de Alimentos, todas las personas pueden contactarnos. La logística y el traslado de alimentos es uno de nuestros mayores esfuerzos. En 2018 entregamos 12 millones de kilos de alimentos y 1,2 millones de kilos de productos de higiene. Desde 2001, hemos repartido más de 110 millones de kilos. Esto da una dimensión del espacio y el volumen que hemos utilizado en vehículos para llevar con los alimentos.
En este momento, por ejemplo, estamos realizando un operativo de papas, que estamos gestionando desde la ciudad de Balcarce: las rescatamos y las llevamos a los diferentes bancos.
Agradecemos la colaboración de las empresas de logística y de transporte por la colaboración con espacios para almacenaje y espacios en vehículos para el traslado de productos.
¿Las dificultades que encuentran hoy los bancos de todo el mundo son similares?
Sí. Los tres puntos claves que nos atraviesan a todos son: la reducción del voluntariado, la adaptación de operaciones y las nuevas formas de entrega de alimentos, a partir de que los comedores adaptaron su funcionamiento por el COVID-19. Estas circunstancias atraviesan a todos los bancos de alimentos a nivel mundial y afectan a la operación.
Por eso realizamos campañas de recaudación de fondos específicas. Por un lado, nos sumamos a la campaña Codo a Codo con Mercado Libre. Por el otro, trabajamos con la campaña denominada “Una sola hinchada”, en la que participan fundaciones y áreas sociales de los clubes de la Primera División del fútbol argentino nucleados en AFA. Es coordinada por el Grupo de Fundaciones y Empresas, con la asesoría y control de la empresa Ernst & Young, que da trazabilidad y transparencia a las donaciones.
Estamos en contacto permanente con la industria alimenticia para garantizar las donaciones con un mínimo aporte de alimento porque sabemos que las empresas forzosamente, frente a esta situación de COVD-19, han tenido que reducir sus sistemas productivos. Esta situación nos atraviesa a todos, y esta es una manera de acompañarnos mutuamente. A través de las diferentes acciones y gracias a la colaboración de todos los actores, logramos llevar alimentos a 490 mil personas
Para conectarse con la Red Argentina de Bancos de Alimentos: https://www.redbda.org.ar/
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Escuche la entrevista a Liliana Cagnoli, presidenta de la Red de Bancos de Alimentos, en el programa 653 de Hablemos de Logística. https://webpicking.com/hablemos-de-logistica-653-del-07-04-20/
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