La figura del despachante de aduana ante las desregulaciones al comercio exterior en la Argentina. Entrevista a Peggy Beltza, gerente en Despachantes en Red, y Walter Gazek, titular en Gazek y Asociados.
¿Cómo ven hoy la actividad de los despachantes de aduana?
Beltza: A partir del DNU 70, en el cual el gobierno argentino estableció que un importador o exportador no necesita la figura del despachante de aduana, el mercado tomó esto como una libertad para que cualquier persona pudiera realizar su despacho de importación o de exportación.
En la práctica no es así. Siguen existiendo regímenes, regulaciones y desregulaciones para las mercaderías. De hecho, desde la desregulación de los años 90, durante el gobierno de Carlos Menem, las multinacionales podían hacer sus propios despachos. ¿Qué sucedió entonces? Que, al enfrentarse con la complejidad del régimen aduanero, cambiario, tributario, penal, contencioso, arancelario e impositivo que maneja un despachante decidieron contratar profesionales especializados.
Ahora, nuevamente, se plantea la idea de liberar el comercio exterior. Sin embargo, en la práctica, quienes intentaron operar directamente —importadores o exportadores— se encontraron con barreras y limitaciones. Son especialmente las pymes y los emprendedores los que enfrentan mayores dificultades. Hoy recibimos incluso más consultas que antes.
Un despachante de aduana debe tener conocimientos en derecho tributario, penal, cambiario, impositivo y regulaciones específicas. No todas las mercaderías están libres de regulaciones y los errores en los procedimientos derivan en mercaderías secuestradas por la aduana.
¿La profesión se ha aggiornado en los últimos tiempos?
Beltza: En su momento tuvimos numerosas capacitaciones y jornadas, que enriquecían mucho la profesión. En los últimos años eso decayó.
La Argentina es un país muy capacitado en materia de comercio exterior. Tenemos relación con otros centros de despachantes de Uruguay, Paraguay y Bolivia, que forman parte de una asociación llamada ASAPRA. Allí debatimos temas internacionales como posiciones arancelarias, valoración de importaciones y exportaciones, flujo de mercaderías y regímenes.
Hace poco participamos de una consulta presidencial sobre la continuidad en el Mercosur. Hubo debate y, finalmente, el veredicto fue seguir en el bloque, aunque todavía queda mucho trabajo técnico pendiente.
¿Puede suceder que otros actores de la cadena vayan absorbiendo parte de la tarea?
Beltza: Sí. La apertura permitió que los agentes de carga, forwarders, couriers, avancen con declaraciones juradas simplificadas. Pero no todas las mercaderías ni todas las situaciones entran en estos regímenes.
El derecho aduanero se divide en dos grandes aristas: los regímenes generales y los especiales. Régimen general aplica, por ejemplo, a un contenedor con mercadería que pasa por una terminal o depósito fiscal. Régimen especial abarca operaciones más específicas, como mercadería por courier en pequeños volúmenes, obras de arte, donaciones, insumos para la industria, autos de diplomáticos, mudanzas, corresponsales, etc.
En los últimos meses se han eliminado varias regulaciones, pero esto trajo una “trampa”. El ministro Sturzenegger quitó requisitos previos para importar, trasladando el control al importador en la etapa posterior a la nacionalización de la mercadería.
Por ejemplo, antes un importador de neumáticos debía presentar la homologación del producto ante la aduana. Ahora, puede nacionalizar sin ese requisito previo, pero queda como único responsable ante el consumidor si carece de la homologación exigida por la Secretaría de Industria. Lo mismo ocurre con juguetes, autos, tintas o productos eléctricos. Esto genera que los importadores -que son comerciantes y no necesariamente conocen todas las normativas- queden desprotegidos.
En definitiva, ¿siempre hace falta un despachante de aduana?
Beltza: En los especiales, la operación puede realizarla tanto el despachante como el “vista de aduana”. En los regímenes generales, lo puede hacer el “declarante”. La diferencia es que el despachante asume responsabilidad solidaria junto con el importador o exportador. En cambio, un “declarante” no tiene esa obligación: puede inscribirse y presentar declaraciones, pero el único responsable es el operador.
Gazek: Esto es riesgoso, porque no cuentan con la formación ni con la preparación que exige la profesión. Es similar a lo que ocurriría si cualquier persona pudiera llevar adelante un divorcio o una sucesión sin ser abogado.
El comercio exterior cambia constantemente: nuevas normas del Banco Central, circulares, memorándums, regulaciones bancarias, homologaciones técnicas. Estar actualizado es indispensable.
Hay cosas que se pueden simplificar y otras que no…
Gazek: Algunas desregulaciones recientes han agilizado procesos, como en el caso de seguridad eléctrica: si una fuente de alimentación ya está homologada en el país de origen, no es necesario volver a hacerlo en la Argentina. Pero hay muchos otros aspectos que se han vuelto más complejos y que requieren de profesionales especializados.
En definitiva, lo que buscamos es volver a fortalecer la capacitación: charlas, talleres y encuentros con funcionarios de la Aduana, del Tribunal Fiscal o de organismos de control. Hubo épocas en que casi todos los meses había capacitaciones -gratuitas para los socios e incluso abiertas a no socios-, y eso jerarquizaba mucho la profesión. Hoy, lamentablemente, esa dinámica se perdió. Y queremos recuperarla.
Vea la entrevista completa a Peggy Beltza y Walter Gazek en este enlace.