Fernando Balzarini, director en Miebach Consulting y CEO en Argentina y Brasil relata sus inicios en la consultoría hace 25 años, luego de trabajar en diversas industrias. Ofrece su visión de la evolución de la actividad en el mundo, en América Latina y en Argentina en particular, validada por trabajar en muchos países y en muchas actividades diferentes, y anticipa qué se puede esperar en los próximos años.
¿Dónde estaba 25 años atrás?
Para ese entonces, yo pasé de la línea de logística -lo que hice toda mi vida- a la consultoría: pasé de ser cliente de Miebach a miembro de la compañía. Trataba de entender cómo volcar la experiencia que había adquirido al modo asesoramiento, para ayudar a clientes con distintos problemas. Admito que me costó, pero me apoyé en la comunidad logística que conformamos en la década del 90 y comencé a caminar dentro de mi actual trabajo.
¿Cuál era su perspectiva de la actividad logística?
En aquel entonces yo empezaba a viajar bastante: en la región latinoamericana podíamos comparar y ver que en Argentina realmente había cosas muy interesantes y que no había diferencia con el primer mundo.
Luego llegó el 2001, un golpe para todos. En el área de consultoría la pasamos muy mal. Nadie nos prestaba mucha atención, porque todos estaban apagando incendios. Para esa época, yo era también presidente de ARLOG, lo que fue una experiencia espectacular.
A través de contactos latinoamericanos, desde Miebach comenzamos a fomentar el desarrollo y a trabajar en países de Centroamérica, en Estados Unidos, en, Perú, en Chile y en Colombia, en donde abrimos oficina. Así, nos transformamos en una compañía de experimentados con base en Buenos Aires. Y de esa manera pudimos pasar la crisis.
En 2003 asumí como director general de Miebach Argentina y una de las primeras estrategias que planteamos en el equipo fue: los viajes son muy buenos, ¿pero para qué tenemos la oficina en Buenos Aires? En cuestión de uno o dos años, dimos vuelta la situación y comenzó nuevamente el trabajo de la compañía en Argentina, con un crecimiento muy grande y hoy estamos muy bien. Dicen que “lo que no te mata te fortalece”; ese aprendizaje nos ayudó mucho a después pasar los cimbronazos que vinieron sistemáticamente hasta el día de hoy.
Hasta el 2005 aproximadamente, era común que uno recibiera invitaciones del exterior para ir a contar qué se estaba haciendo y uno iba con orgullo. Hoy, por el contrario, si uno va a Colombia o a Brasil, por ejemplo, se queda con la boca abierta. No podemos decir que no hay nada nuevo en Argentina, pero con el tamaño del país, la cantidad de población y la potencialidad económica que tiene, deberíamos estar en otro lugar.
Hoy en Miebach trabajamos en Inteligencia Artificial y otras nuevas tecnologías, porque somos una empresa internacional. Pero en Argentina, todavía seguimos trabajando en proyectos que eran típicos de la década de 1990.
Nadie es culpable; todos somos víctimas de lo que está pasando: tenemos que dedicar la mitad del día a tapar agujeros. El problema es que si nos ocupamos de problemas distintos todos los días, hablamos de crecimiento; pero cuando los problemas son reiterados, estamos perdiendo el tiempo.
¿Cómo fue el crecimiento de Miebach, que pasó de ser una compañía alemana a una firma internacional?
Detrás de ello, está la impronta del fundador, Joaquim Miebach. Miebach es una corporación pequeña, que en su especialidad es la número uno en el mundo. Somos 700 personas, tenemos 25 oficinas y facturamos 100 millones de euros al año. Podríamos tener unos dividendos espectaculares; sin embargo, estamos reinvirtiendo entre 70 y 80% de ellos en la compañía.
Hoy, Miebach ya no es Miebach Logística, sino Miebach Group: adquirimos una empresa suiza dedicada al layout de aeropuertos. Si bien el atentado de 2001 en Estados Unidos impactó en temas de seguridad aeroportuaria, no impactó tanto en los aeropuertos ejecutivos y en los aeropuertos de ciudades medianas, donde somos muy fuertes. En Frankfurt, por ejemplo, trabajamos en temas de carga, y ahora estamos trabajando también en la Argentina. Hoy tenemos la posibilidad de asesorar en todos los puntos de la cadena logística.
Adquirimos también una compañía desde la que estamos trabajando con inteligencia artificial, pero de una manera distinta a lo que está haciendo todo el mundo, que es tratar de comercializar inteligencia artificial. Nosotros estamos trabajando en inteligencia artificial para cambiar nuestros simuladores y nuestras formas de trabajo internas, para darle eficiencia y “mayor cabeza”. Una vez que lo hayamos desarrollado correctamente, lo ofreceremos a los clientes. Es muy lindo decir que uno trabaja con inteligencia artificial, pero es difícil hacerlo. Queremos demostrar que estamos haciendo cosas exitosas, por lo que preferimos un terreno de uno o dos años de pruebas internas, para después salir ya con una marca propia.
El WMS, por ejemplo, creo que con inteligencia artificial puede dar un salto terrible, tan grande como fue en la década del ‘90 pasar de los papeles al WMS. ¿Por qué? Porque siempre está el tema de la planificación: cuando tenemos un poder de procesamiento tan grande y tan veloz de las estadísticas, nos acercamos mucho más a la posible realidad.
Nosotros no le tenemos miedo, sino que queremos ser respetuosos con nuestro cliente. Además, no es lo mismo vender un producto basado en inteligencia artificial en Europa o en Estados Unidos que en Latinoamérica, donde los problemas son otros.
Algo similar ocurrió con los temas de sustentabilidad y de green logistics, de los que hablamos desde hace más de 10 años. Muchos clientes reciben la orden de hacer algo sustentable desde afuera por un tema corporativo y donde tenemos la experiencia. Por ejemplo, construimos un almacén automático de alta densidad de madera y materiales sustentables en Alemania. En Argentina, mientras tanto, todavía discutimos si el almacén automático es una ventaja o no, porque hace poco tiempo importar un equipo o traer electrónica es un drama.
¿Cómo cambió el negocio en términos de automatizaciones?
Cualquier solución no automática siempre es más flexible y más adaptable a los cambios. Pero hay una diferencia. El convencional automático tiene 35 años de antigüedad en el mundo, pero cambia la electrónica que lleva. Hoy estamos trabajando con grandes operadores logísticos, mostrándoles cómo el negocio va cambiando: ya no se trata solamente de vender posiciones y de evaluar la cantidad de gente operando. Hoy se trata de vender soluciones de última milla y con eficiencia.
A pesar de las crisis, hay industrias que aplican automatizaciones en Argentina. Tal es el caso de la industria farmacéutica: desde que recibe un pedido de una farmacia hasta que lo entrega, tienen que pasar máximo tres horas, y la droguería no se puede equivocar.
En las plataformas de e-commerce, por ejemplo, tiene también que haber un sistema atrás de velocidad y precisión, para cumplir con la demanda.
Tenemos que estudiar lo que necesitamos e ir de lo general a lo particular. Y podemos así sorprendernos de cómo a veces, poniendo un poco de tecnología, mejoramos la productividad y el potencial de una buena ubicación.
Hay que tener un poco de esperanza de que después de 20 años de tanto desorden, las cosas se empiecen a ordenar. No hay que perder una visión optimista del futuro; con estas anécdotas que parecen negativas, uno intenta decir “no cometamos este error y vayamos para adelante”..
Vea la entrevista completa en video a Fernando Balzarini, director en Miebach Consulting, en este enlace. https://webpicking.com/hablemos-de-logistica-999-especial-25-anos-webpicking-com-con-fernando-balzarini-de-miebach-consulting/