El mercado de centros logísticos de la Región Metropolitana de Buenos Aires continuó expandiéndose durante el primer semestre de este año. Así lo indica el último informe elaborado por el Departamento de Investigación de Mercado de Cushman & Wakefield, empresa global de servicios inmobiliarios corporativos.

De acuerdo a los datos publicados, el inventario Premium se incrementó un 7,8% respecto del semestre anterior. Esta cifra representó una producción de 118.300 m2, que superó en un 25,9% al total contabilizado en 2017.

La absorción neta, en tanto, alcanzó 98.800 m2, lo cual supuso un crecimiento del 58,7% si se la compara con el primer semestre del año pasado. No obstante, el 40% de la superficie ocupada correspondió a transacciones “built to suit”.

“La entrada de nueva superficie con alta ocupación dio como resultado una escasa variación del índice de vacancia, que apenas experimentó un leve incremento de 0,7 puntos porcentuales, alcanzando de este modo un 8,6% en junio de 2018”, comentó Karina Longo, gerente de Investigación de Mercado de Cushman & Wakefield.

En cuanto al precio de renta medido en dólares, la reciente crisis cambiaria significó un retroceso, situándose al cierre del semestre en 6,9 US$ mensuales por m2, lo que implica una caída del 5,6% a lo largo del período.

A pesar del complejo contexto económico, la producción de centros Premium continúa activa. El submercado Triángulo San Eduardo concentra el 40% de la superficie en construcción, aunque cede gradualmente participación en favor de la zona Sur-Oeste.

“En el primer semestre de 2018 se destaca el crecimiento del inventario en la zona Sur, que llegó al 20,3%. El 64% de la superficie de esa zona corresponde al partido de Esteban Echeverría. El Corredor Ruta 8, por su parte, registró un incremento del 7,5%, mientras que en el submercado Triángulo San Eduardo el aumento fue del 4,4%”, destacó Santiago Isern, broker senior de la empresa.

En cuanto al panorama económico, el estudio advierte sobre los índices desfavorables que se registraron en junio, ya que demuestran una importante desaceleración de la actividad a partir de la crisis cambiaria.

La otra consecuencia de la volatilidad es la demora en las decisiones de consumo e inversión, aunque se destaca que la inversión local podría verse menos afectada por la continuidad de obras de infraestructura ya iniciadas, que dependen de la financiación pública.

Fuente: Cushman & Wakefield.