En este agosto, el Canal de Panamá alcanzó 107 años como facilitador del comercio mundial. Desde su inauguración en 1914, la vía interoceánica sirvió de atajo para más de 1.1 millones de tránsitos de embarcaciones, a la vez que permitió la reducción de las distancias, tiempos y costos en el transporte de bienes.

De acuerdo con las autoridades, la ruta contribuyó a reducir más de 830 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). Esto en tanto permite que los buques ahorren combustible -al atravesar una vía marítima más corta-, y muevan mayores volúmenes de carga -a partir de la puesta en marcha del Canal ampliado 2016-.

Además, con su ampliación, la vía interoceánica propició que confluyan 180 rutas marítimas, que enlazan 1,920 puertos en 170 países.

En línea con la sostenibilidad, recientemente, las autoridades anunciaron su meta de ser una organización carbono neutral para el 2030. “El mundo está exigiendo que las empresas ofrezcan servicios y productos que tengan muy poca huella de carbono. Por eso, haremos inversiones para adaptarnos a esa realidad, en línea con nuestra tradición ambiental”, afirmó el administrador del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez Morales.

El marco legal del Canal de Panamá ha permitido que la vía acuática se mantenga operando de manera rentable para beneficio del país, desde su transferencia el 31 de diciembre de 1999. Su modelo de gestión garantiza sus aportes directos e indirectos para el desarrollo económico del país.