Karina Macario, subdirectora Comercial en Urbano, relata cómo fue evolucionando el negocio postal, sobre todo en la penetración capilar, y con la tecnología como clave de esta evolución, y pronostica que el norte de los próximos 25 años está en la Inteligencia Artificial. Comienza relatando donde estaba ella hace 25 años, y cómo de una agencia de publicidad pasó a trabajar en una empresa .com y luego en un correo.

¿Dónde estaba hace 25 años y cómo fue que se vinculó con la logística?

Hace 25 años no estaba en la logística todavía. Trabajaba en una agencia de publicidad, donde conocí a quien hoy es mi marido. Después me fui a trabajar a El Sitio, que era una de las puntocom del momento. Ahí empecé a vincularme con la logística porque hacíamos eventos y enviábamos las invitaciones por correo, ya que la paquetería prácticamente no existía. Se usaban los correos tradicionales.

Yo trabajaba en el área de Relaciones Institucionales, y ahí conocí a Silvestre Blousson, quien era el presidente de Génesis, una empresa postal. Lo contrataba para los envíos, y él me brindaba el servicio. Eso fue en 2001.

Después vino el colapso de las puntocom: en 2001 cerraron casi todas. El Sitio cerró su operación en Argentina, y el dueño de Génesis, que era quien me hacía las entregas, me dijo: “Te quiero en mi equipo, quiero que vengas a trabajar conmigo en marketing”. Hice algunas cosas, pero la empresa era muy chica y no podía sostener un gerente de Marketing, por lo que me propuso pasar al área comercial. Le dije: “Yo nunca vendí nada, no sé vender”. Y él me respondió: “Vos vendés innatamente”. Así fue cómo comencé, él fue mi gran maestro: todo lo que sé del área comercial lo aprendí de él.

En 2002 ya estaba trabajando en Génesis, que hacía correspondencia corporativa. En 2006 comenzamos a ver que la factura electrónica, el mail y los nuevos formatos digitales iban a reemplazar las cartas, los resúmenes de tarjetas y demás documentos físicos. Ahí empezamos a vincularnos con la logística, sobre todo desde acciones puntuales: agencias de marketing que enviaban, por ejemplo, una taza con una cápsula de café a una ganadora de una promoción. Eran acciones muy pequeñas de paquetería.

En 2010, Génesis fue vendida a Urbano, y ahí me incorporé. Urbano no tenía experiencia en paquetería, pero ya teníamos algunas cuentas como Philips o Nestlé. Mi objetivo al ingresar fue desarrollar el canal de logística. En ese momento, Urbano tenía un acuerdo con el Correo de España. Vino un asesor de allá y trabajó conmigo un mes. Evaluamos cómo funcionaba el mercado, cómo avanzaban sus productos y los nuestros. Urbano era -como lo sigue siendo- una empresa nacional que llegaba a todo el país, pero con cartas.

Nos preguntamos: ¿qué era lo más parecido a eso, pero en logística? La respuesta fue el e-commerce, que en 2010 era todavía muy incipiente. Nuestro primer cliente fue Tiendanube, que en ese entonces nos daba cerca de 15 envíos. Después vino un gran cliente: Groupon. Ahí explotó todo. De hacer 15 paquetes por día, pasamos a 5.000. Nos desbordó. Fue un salto enorme, para bien y para mal. Pero ese fue el punto de partida para meternos de lleno en logística.

En Urbano tuvimos dos grandes hitos: uno fue en 2017, cuando incorporamos a Mercado Libre, lo que significó un salto enorme. El otro gran hito fue la pandemia, que aceleró volúmenes previstos para cinco años en apenas uno.

¿Toda su trayectoria en logística fue en empresas de correo?

Sí, exactamente. Empecé en correos que después evolucionaron hacia la logística. Hoy, la ponderación en Urbano es 80% logística y 20% correo postal. Hasta 2017, era al revés: 90% servicio postal y 10% logística. Las dos empresas en las que trabajé eran postales, y la industria fue empujando hacia el lado logístico, porque el correo postal no crecía y parecía destinado a desaparecer. Sin embargo, nunca desapareció: hoy seguimos entregando más de 5 millones de cartas por mes. Es un volumen significativo, aunque decreciente.

¿Cómo veía la evolución de la logística desde su lugar en el correo?

En ese momento me costaba imaginar cómo iba a evolucionar. Cuando arrancamos, era impensado hablar de camiones, a lo sumo, de una camioneta. Hoy tenemos camiones, un sorter, operamos con pallets… no lo podemos creer. Empezamos con carteros a pie, después vinieron las motos, luego las camionetas chicas. Hoy, cuando me preguntan cuántos camiones tenemos, todavía me sorprende.

El gran diferencial de las empresas que venimos del mundo postal es la capilaridad. La logística de última milla necesita eso: llegar puerta a puerta a cada rincón del país. Las grandes empresas logísticas no siempre tienen esa cobertura.

Nosotros entregamos en zonas de montaña, caminos de ripio y con nieve. Todo lo hacemos con estructura propia; no tercerizamos operaciones con el correo oficial ni con otros operadores.

¿Qué cosas cambiaron en su empresa en estos 25 años?

La vedette es la tecnología, sin dudas. La empresa tiene 20 años en el rubro, y el cambio ha sido total. Antes no se entregaban paquetes. Hoy, gracias a la tecnología y las integraciones, todo fluye de un modo que, si no fuera por eso, sería inviable.

Desde que alguien aprieta un botón para hacer una compra, todo el circuito se automatiza: retiramos el producto, informamos el estado, lo procesamos con sorter, definimos a qué camión va, se entrega y el cliente sigue todo en tiempo real. Hace 25 años esto era impensado.

¿Cómo imagina los próximos 25 años?

No me los imagino. Escuchamos mucho sobre inteligencia artificial, y aunque hoy se usa poco, lo que se viene es un cambio aún más radical que el salto a tener Internet. Es muy difícil proyectar.

Tal vez los operarios sean robots, los paquetes se procesen sin intervención humana, los sorter se manejen con inteligencia artificial. Capaz los camiones aún sean manejados por personas, pero quizás se manejen solos. La tecnología combinada con logística puede hacer cosas increíbles.

Parece de película. Pero cuando éramos chicos veíamos a Los Supersónicos haciendo videollamadas, y al final llegaron. Hoy, herramientas como Zoom o Meet nos permiten trabajar a distancia, optimizar tiempos y reducir traslados. La presencialidad sigue siendo importante, pero ahora combinamos lo mejor de los dos mundos. Incluso podemos trabajar para una empresa en otro país, sin movernos del nuestro.

Las empresas también se adaptaron. Antes, un ejecutivo viajaba todo el tiempo. Hoy, lo presencial se reserva para casos puntuales. Todo esto fue producto de una pandemia que nos obligó a cambiar, y nos dejó herramientas que llegaron para quedarse.

Vea la entrevista completa en video a Karina Macario, subdirectora Comercial en Urbano, en este enlace