Jorge Tesler, experto en logística y supply chain e integrante del Advisory Council del Smart Freight Centre, director del Centro de Logística y Sustentabilidad de Argentina y de la consultora TGI Argentina, relata experiencias de capacitación en sustentabilidad y transporte de cargas en México.
A lo largo de 2021, Jorge Tesler trabajó con decenas de transportes de México, dentro de un programa promovido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno de México (SEMARNAT). Para ello, utilizó la metodología del Global Logistics Emissions Council (GLEC) del Smart Freight Centre.
¿Cómo surgió la experiencia sobre sustentabilidad desarrollada en México con compañías de transporte?
La experiencia surgió por una oportunidad que se presentó al Smart Freight Center (SFC). Se trata de una organización no gubernamental, de cuyo Consejo Asesor formo parte, que trabaja hace 10 años en iniciativas para reducir los gases de efecto invernadero en empresas logísticas y de transporte.
En este caso, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, a través del financiamiento de AGZ una organización alemana enfocada en el apoyo a proyectos de energías renovables y transporte sustentable, le ofreció al SFC desarrollar un programa de capacitación específico para empresas locales. Y en la medida en que yo era el representante de habla hispana, tuve la responsabilidad de liderarlo.
¿Qué es la sustentabilidad logística?
El objetivo de la sustentabilidad logística es que el transporte reduzca el uso de combustibles fósiles, que tiene altísima participación en las emisiones de gases de efecto invernadero y atentan contra el cambio climático y el calentamiento del planeta. En los últimos años, en términos de una visión global, el sector alcanzó cada vez más conciencia en este sentido.
Años atrás, era muy difícil explicar cuáles serían las consecuencias. Afortunadamente, contamos con el apoyo de organizaciones internacionales y de las mismas empresas que actúan en el campo del comercio internacional. Al fin y al cabo, se trata de conseguir una reducción importante de la huella de carbono.
En línea con este objetivo, también fue importante la aparición de nuevos desarrollos sobre tecnologías que eliminan el uso de combustible y permiten trabajar con medios de generación de energías sustentables, sin gases de efecto invernadero.
Para entender la experiencia en México, ¿el SFC tiene una metodología para atender la cuestión ambiental en la logística?
Por iniciativa del SFC, hace cinco años se abrió una convocatoria a muchas empresas internacionales de renombre para establecer estándares que permitan enfrentar dos desafíos. Por un lado, se busca que las mediciones sean multimodales. Y, por otro lado, se apunta a que se contemple todo el ciclo de vida del combustible desde su generación hasta su uso final en los medios de transporte.
Hoy son más de 150 las empresas globales en el mundo adheridas a esa metodología. Es sencilla, pero establece estándares para poder llevar el registro y el análisis de los datos y sus consecuencias sobre el clima, confeccionar reportes y generar buenas prácticas cuando se logra la reducción de emisiones.
Si bien parece que es un número reducido a nivel mundial, se trata de compañías muy importantes. Entre ellas se listan Unilever, Maersk, H&M, Heineken, HP, UPS, y Volkswagen, entre otras. Y su multiplicación en sus redes de valor hace que se hable de miles de empresas involucradas por el efecto cascada. Hay que tener en cuenta que cada una trabaja fuertemente con sus clientes y proveedores, empresas asociadas y, desde sus casas centrales, con las sucursales en distintos países. Por eso, la dimensión que tiene esto es mucho mayor a 150 empresas.
Estas compañías forman el Consejo de Emisiones Logísticas Globales (GLEC, por sus siglas en inglés), que es un ámbito de trabajo que también involucra a asociaciones industriales, programas, expertos y otras organizaciones, por lo que tiene una multiplicidad de alianzas (la última fue con Clean Cargo, otra organización internacional), y también un fuerte enlace con el SmartWay, una organización norteamericana que trabaja en el mismo sentido.
En los últimos cinco años, se estableció una red de organizaciones que están trabajando con el mismo objetivo, tratando de unificar criterios e intercambiar experiencias y expertise para que esto tenga mayor rapidez en la puesta en marcha, y que finalmente estas iniciativas tengan resultados concretos.
¿Hay una conciencia latinoamericana o se debe obedecer a lo que pasa en los países centrales para mejorar nuestras emisiones?
El nivel de conciencia se incrementó mucho en los últimos seis años. El caso de México es una prueba. Por el conocimiento de nuestras idiosincrasias latinoamericanas, hemos preparado un programa especial para México, sobre la base del programa europeo pero adaptándolo a las condiciones y el contexto de ese país.
Por eso organizamos tres niveles de cursos: uno para las gerencias medias y alta dirección; otro para personas que tienen funciones relacionadas con la sustentabilidad en el transporte; y otro capítulo dirigido a los operadores, que están con los transportistas, vehículos, etc. Y esta es una de las características que identificamos en el caso latinoamericano: mientras que en Europa la divulgación del conocimiento es más pareja y ya está internalizada hace mucho tiempo, aquí tuvimos que trabajar en tres ámbitos distintos para poder adaptarnos a las particularidades de nuestros países.
¿Cuál fue el balance?
La experiencia fue muy buena. Capacitamos a más de 30 empresas desde fines de septiembre de 2021 hasta enero de este año. Los cursos fueron a distancia. Hubo una alta participación, mucho interés, y al final del programa todos presentaron un plan de acción a partir del conocimiento adquirido y en función de sus empresas.
Creo que hay un mensaje muy claro, y que también comprobamos en Argentina: si bien muchas empresas comenzaron a trabajar en estas iniciativas, lo que todavía falta es esa etapa de sistematización, de rutina, de medición y comprobación, y de mostrar los resultados. Este es el capítulo que estamos por empezar en Latinoamérica.